Que Arco es una feria difícil de ver para el público general es algo que no podemos negar. Primero porque hay mucho, muchísimo. Dos pabellones del Ifema repletos de arte. Más de seis horas sólo para echar un vistazo rápido a todas las propuestas.
Segundo, porque con tanta cantidad, hay lugar para todo. Propuestas que no entenderás muy bien, piezas que exploran el proceso creativo, obras que se perderán en el olvido y verdaderas obras maestras. Lo que no podemos negar es que es el mejor evento para observar las tendencias.
Seleccionar una muestra de todo lo que hemos visto ha sido muy – MUY – difícil, pero aquí está.
Nos ha llamado mucho la atención la presencia del textil, con artistas como Shannon Bool, que traía una pieza inmensa y Ramazan Bayrakoğlu, cuyo tratamiento de las telas es muy original.
Nos han gustado los juegos de luces de Fabrizio Corneli y Samuel Rousseau, diferentes completamente pero bellos y poéticos ambos. También los túneles de luces y espejos de Iván Navarro.
Otras piezas que destacan por su belleza son las cerámicas de Barceló, un imprescindible en Arco junto a Genovés, los blancos puros de Claire de Santa Coloma o los cuadros realizados a base de agujerear con círculos la tela de Anne Karin Furunes.
Mencionamos las redondeces de Mari Sunna y los paisajes de Tony Bevan por su belleza y porque, aunque no tienen nada que ver, ambos evocan sensaciones similares.
Por último la pieza de Mariano Dal Verme que ilustra este artículo, «Grafito». Una obra de ingeniería en pequeño formato que seduce desde el primer momento en que la ves.
En Arco puedes discutir la calidad de las obras o lo arriesgado de las propuestas, pero lo que es seguro es que no te deja indiferente.
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